Chicas
en las paradas
se
mesan el pelo
faldas
empobrecidas por el verano
y
todas
el
mismo abrigo de cuero
tristes
promesas de rebelión
pensamientos
demasiado cortos
ni
idea del temblor
de
la mala costumbre anidada en la boca
pero
viajemos un momento sin billete
de
gorra en el mundo de adultos
intentemos
entrar en un bar sin papeles
miradas
espantosamente ardientes
agujas
escondidas entre asientos
los
apañados llevan comida de perro en bolsas de grandes almacenes de
lujo
y
los años transcurren por los mismos carriles
con
demasiada prisa
los
caraduras escupen la niñez
abren
cremalleras
mientras
las tijeras hacen chocar el hi-hat
y
el corazón bombea el bajo
sin
la conciencia limpia
en
los platos emociones sin comer
inconsolable
preocupación maternal
llamadas
sin responder
aunque
apetecería hablar de todo
de
las cicatrices en las mangas
de
las líneas blancas del hermano
que
no son señales de un trayecto protegido.
Alguien se pone el
traje de novia
piensa en vano si el
mundo se muestra bonito
sin camisas de
fuerza o miembros inmovilizados
un anoréxico joven
se consume encima de una balada
en la institución
el café sabe a sueño
las vallas a bolas
de algodón
mientras los días
suben abordo sin cerrar las puertas
se lleva la herencia
consigo
sin odiar las caras
familiares de las fotos
en el alma camisas
desabrochadas
al pie del letrero
las palomas buscan los años rechonchos
sin culpabilidad
se clavan clavos en
el tablón
cuadros de cerdos
detrás de barrotes
solucionamos el
mundo pulsando un botón
sin añorar el canto
del ruiseñor
en los orígenes de
la ciudad
las carretas de las
abuelas crujen
pasando los traumas
de la niñez
los deseos
incumplidos de las vacaciones de verano
que un vendedor de
discos riega entre dos carriles
jazz gris ya en las
cejas
búhos en el techo
de centros comerciales
observando la
bicentenaria capital
cuyas luces de neón
sucumben de los monederos
presagios del fin de
una época.
traducción : Petja Nykänen & Luisa Gutierrez / Instituto Iberoamericano De Finlandia
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